Descuidar la oración es
costoso para el bienestar del Cristiano. Quienes no sacan tiempo para Dios cada
día están en una pendiente resbaladiza. Se deslizan hacia el agotamiento, el
desánimo y las dudas, para caer en una situación que daña su testimonio.
La oración es una prioridad
para cualquier persona que desee ser usada poderosamente por Dios. Jesús se apartaba
a menudo para tener momentos de quietud con su Padre (Lucas 22:41). Si el Hijo de Dios necesitaba pasar tiempo en
oración, ¡sin duda que nosotros no podemos vivir bien sin ella!
Hay creyentes que no se comunican con el
Señor, excepto en las emergencias, dudan de la fidelidad de Dios, buscan
refugio en cualquier parte, se apartan de la voluntad de Dios al tratar de
encontrar una solución engañosa, hasta que ya no pueden más con los problemas acuden
a Él.
El Señor Jesús nos es un ejemplo para
nuestras vidas, si él mantenía comunicación con su Padre a través de la
oración, nosotros tenemos que mantener comunicación constante.
Recordemos que la oración nos ayuda para:
- No caer en tentación (Marcos 14:38, Lucas 22:46).
- Perseverar Unánimes (Hechos 1:14).
- Interceder por nuestros hermanos en Cristo (Hechos 12:5).
- Para salvación del pueblo de Israel (Romanos 10:1).
- Abundar en amor, ciencia y todo conocimiento (Filipenses 1:9).
- Interceder por todos los hombres (1 Timoteo 2:1-3).
Tener al Señor en el centro de nuestra
atención crea confianza. Sin la oración y la lectura de la Biblia —que no pueden separarse— los creyentes
caen en un círculo vicioso en que los problemas se hacen más grandes al tratar
de darles una solución humana. Bajo tales condiciones, el desánimo es
inevitable.
El creyente que se sumerge en la oración
y en la lectura de la Biblia hallará seguridad en el poder y en la presencia
del Señor.
La consecuencia de no orar es el
fracaso, pero la buena noticia es que se puede superar. Las medidas correctivas
son sencillas: (1 Juan 1:9), pedir
perdón a Dios por no orar, y luego dar prioridad a un tiempo regular de quietud
con el Señor. En esos momentos de comunión, Él hará más liviana las cargas,
dará aliento y colmará a sus hijos de confianza.
Al dirigirnos a Dios en oración debemos
recordar hacerlo:
- Con corazón sincero (Hebreos 10:22).
- Con confianza (1 Juan 5:14).
- Con acciones de gracia (Filipenses 4:6, Colosenses 4:2).
Tengamos la confianza de
acercarnos a ese Dios todopoderoso y lleno de amor cada vez que nos
comuniquemos con Él a través de la oración.











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